martes, 9 de mayo de 2017

Orgullo y satisfacción a cántaros.

(Revival de 2 de julio de 2012)

Esta noche estaba viendo el documental El oficio de cantar de Daniel Serrano protagonizado por Ismael Serrano y la grabación de su último disco y escuchando a Pablo Guerrero pensaba en algo que vengo meditando toda esta semana. Él explicaba con una ternura infinita la sensación que experimentó en cierta ocasión en que vió en la calle a alguien que atesoraba un disco suyo entre las manos, cómo incluso siguió a esta persona durante un rato por la calle hasta que le perdió la pista entre la gente que caminaba por la Gran Vía...
 
Pensaba yo esta semana en la cierta necesidad que tenemos, unos más que otros, de reconocimiento público, y cuando digo público no me refiero precisamente al gran público a una gran masa de gente, a veces basta con el reconocimiento de una única persona; y cuando digo reconocimiento no me refiero a grandes aspavientos a grandes menciones...
 
Pensaba en esa cierta sensación de orgullo que sentimos y nos gusta sentir ante el trabajo bien hecho y reconocido...
 
La palabra orgullo tiene tantas connotaciones y en tantas ocasiones tan negativas que a veces produce pudor pronunciarla y casi nunca nos atrevemos a reconocer que estamos contentos con lo que hemos hecho, que nos halagan las respuestas positivas...nos revestimos de una modestia que a veces no nos deja crecer y llegar hasta donde seríamos capaces de llegar si no nos lastraran tantos años de educación pudorosa...pero eso es otro tema para otro día...
 
Lo que me  viene ocurriendo en las últimas semanas es que vengo recibiendo muchas críticas positivas hacia mi trabajo  y hacia algunas de mis  aficiones..
 
En mi trabajo soy valorada por mis compañeras de forma muy positiva y eso me gratifica muchísimo...
 
Creo que  en el fondo tengo algo en mi de alma  de artista...pero  toco muchos palos y  en realidad ninguno de esos palos suena del  todo bien...
Dirijo teatro para niños y niñas de tres a doce años,  me aportan  tantas  satisfacciones que hago mios sus éxitos  ...hago  míos los aplausos que un  público entregado  les dedica...y me siento bien
 
Bailo danza  española en un grupo amateur , tan amateur que sólo  vienen  a nuestras actuaciones familiares y amigos, y cuando el auditorio se viene  abajo en aplausos me siento bien, muy bien; en  ocasiones  preparamos  episodios teatrales que itercalar  con las actuaciones de danza,  van tres años en que me he atrevido, más  bien he osado, a cantar y me he sentido bien...
 
Escribo  en un blog, este que leeis, y que como  siempre digo me cerrarán por falta  de visitas...pero cuando me  decís que os gusta lo que escribo,  cuando alguna de las personas a las que admiro leen  lo que escribo, lo comparten  o me dicen que les gusta me siento bien, casi floto...
 
De vez en cuando realizo  trabajos plásticos  y artesanales y cuando alguien me dice que están bien, que les gusta, me siento increiblemente bien...Cuando alguien valora mis pinturas, mis fotografías, mis posters, mis poemas, aunque estos sólo los he compartido con Ignacio... ( Un hombre elegante  )  me siento bien...
 
La otra noche tras una cena familiar que se alargó con copas hasta la madrugada una de mis primas, Paloma P. , me dijo que gracias a una recomendación mía había leído "Los trece relojes" y le había encantado...(podeis echar un ojo a la entrada libros mágicos  ) y también me sentí muy bien...
 
Y todo esto siendo una vergonzosa recalcitrante...¿qué será de los mortales con un nivel más bajo de timidez?Se que muchos os identificaréis otros juraréis que no os pasa y de estos últimos sólo la mitad estarán diciendo la verdad...pero a mí no me importa, justamente hoy que os hablo de algo que ahora empiezo a considerar tan íntimo que nunca lo había comentado con nadie...
 
La cuestión es que durante esta semana también he recibido unas cuantas curas de humildad... he visto cómo cosas que creía poder dominar en un suspiro me han hecho resoplar en numerosas ocasiones, he visto cómo algo que creía poder controlar sin problemas se me iba de las manos... y he comprobado también cómo sustituyendo mi supuesta genialidad por trabajo he obtenido muy buenos resultados y entonces me he vuelto a sentir bien...
 
Creo que todo esto está ligado de forma íntima con el orgullo pero un orgullo sano, un orgullo equivalente a felicidad por el trabajo y las cosas bien hechas, no ese tipo de orgullo que nos impide avanzar y nos vuelve avaros para con los demás y nos enrancia el alma. He aprendido a pedir perdón, a reconocer mis errores a confesarme débil de todo corazón, sin falsas modestias ni pudores ancestrales... 
 
Yo que padezco de la más patológica timidez (que hasta llamar por teléfono al restaurante chino me da vergüenza) estoy aquí abriendo mi corazón ante vosotros, los que me conoceis y los que no... de entre los segundos puedo perder lectores y de entre los primeros...no sé...no quiero pensarlo porque me da mucha vergüenza imaginaros leyendo esto...
En fin, que escribo todo esto y por alguna razón me siento libre y eso también me hace sentirme bien...
 
Hoy voy a dejaros con una canción de Pablo Guerrero, con quien abría esta entrada, acompañado por Ismael Serrado y Olga Román, viendo a Guerrero en el documental me enamoré de su ternura, os regalo esta canción de todo corazón: